La otra Audrey

Se convirtió en un del icono que supo aprovechar su fama en beneficio de los niños como embajadora de Unicef en los últimos años de su vida.
"He conocido el UNICEF desde hace mucho tiempo, desde la segunda guerra mundial cuando llegaron a la ayuda de miles de niños como yo, hambrientos víctimas de cinco años de ocupación alemana en Holanda. Se redujeron a cerca de la pobreza total como es el mundo en desarrollo hoy en día - ya que es la pobreza que está en la raíz de todos sus sufrimientos - el no tener, no tener los medios necesarios para ayudarse a sí mismos. Y eso es lo que UNICEF tiene que ver con - ayudar a la gente a ayudarse a sí mismos -, dándoles la ayuda a desarrollar, con lo que les permite ser autosuficientes y vivir con dignidad".
Fueron 50 viajes alrededor del mundo, en los que estudió y se preparó para ser una verdadera portavoz de los desplazados. Sus trabajos fueron el fruto maduro que le permitió presentarse ante las Naciones Unidas, la prensa y los parlamentos de diversos países, para explicar el hambre y el olvido . "Todo niño tiene derecho a la salud, a la ternura, a la vida."
Su vida estuvo llena de distinción y amor al prójimo. Vivió una vida intransferible y cayó demasiado pronto, el 20 de enero de 1993 en Tolochnaz, Suiza, abatida por una enfermedad tan oculta como su intimidad amorosa. La precedía una treintena de filmes, una huella en la moda y la cultura pop, y un ejemplo de humanismo poco vistos en su medio. “No soy una experta en educación, ni en economía, religión o política. Soy una madre”, dijo en una ocasión ante los representantes de la ONU.
Tras su desaparición, su hijo Sean Ferrer, junto con algunos de sus colaboradores más cercanos, creó la Audrey Hepburn Memorial Fund, en homenaje a lo hecho por Audrey para UNICEF y como medio para continuar con lo por ella iniciado. Hasta la fecha, la fundación ha donado más de un millón de dólares para programas de ayuda a los niños en Eritrea, Etiopía, Ruanda, Sudán y Somalia.

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